La proximidad de una noticia es una de las reglas que utiliza el periodismo para ordenar el flujo informativo. Cuando la noticia ocurre lejos, el modo de "acercarla" es buscando involucrados que sean compatriotas. Así, 200 muertos mexicanos es una cosa. Pero si hay algún argentino, otra.
Menos violento y más del tono "orgullo patriótico", es hablar del "Manchester de Tévez" o el "Valencia de Cúper".
Esta enumeración es para imponerme un problema: ¿por qué nos interesa qué es de la vida de compositores argentinos que se fueron a vivir al exterior? Porque, más allá de la molestia que me provocan titulares como "un muerto argentino por la gripe porcina", efectivamente, uno pregunta por la música de Matalón, protesta por la de Golijov, averigua sobre la vida de Panisello.
¿En qué aspectos se da la proximidad con músicos argentinos radicados en el exterior? Hay muchos extra-musicales, claro está, pero otros competen en forma progresivamente directa a lo que ocurre dentro de la música.
Pruebo con un primer ejemplo-acercamiento al problema. Luis Naón, que vive en París desde hace treinta y pico de años tiene una obra que se llama "Diagonal". Está dedicada a su padre y tiene, en su orgánico, un bandoneón. Saber que Naón nació y se crió en La Plata, le da un sentido ampliado al título de esta obra. Conocer esa ciudad, aún más (recordemos que el latiguillo de la capital provincial bonaerense es que se trata de "la ciudad de las diagonales).
Esta obra funciona, sin saber nada de esto, como funciona la Sinfonía "Fantástica" sin conocer el programa de mano de Berlioz. Pero para mi, que viví durante cuatro años en La Plata, significa más cosas que las que suenan.
El bandoneón aporta el color local instantáneo y la melancolía, pero también es puente con la historia francesa de Naón, quien cuenta que alguien de por allá le dijo que se trata del más electroacústico de los instrumentos acústicos.
Pero, supongamos que se propone a un oyente evocar imágenes asociadas a esta obra. El topos será la pareja de tango para un extranjero, el acceso a La plata por la nueva autopista para un argentino. Para mí es el olor de los tilos en noviembre en medio de los boulevares. Y el recuerdo de que, allá, las calles del título de la obra se las llama popularmente en masculino: "El diagonal".
Menos violento y más del tono "orgullo patriótico", es hablar del "Manchester de Tévez" o el "Valencia de Cúper".
Esta enumeración es para imponerme un problema: ¿por qué nos interesa qué es de la vida de compositores argentinos que se fueron a vivir al exterior? Porque, más allá de la molestia que me provocan titulares como "un muerto argentino por la gripe porcina", efectivamente, uno pregunta por la música de Matalón, protesta por la de Golijov, averigua sobre la vida de Panisello.
¿En qué aspectos se da la proximidad con músicos argentinos radicados en el exterior? Hay muchos extra-musicales, claro está, pero otros competen en forma progresivamente directa a lo que ocurre dentro de la música.
Pruebo con un primer ejemplo-acercamiento al problema. Luis Naón, que vive en París desde hace treinta y pico de años tiene una obra que se llama "Diagonal". Está dedicada a su padre y tiene, en su orgánico, un bandoneón. Saber que Naón nació y se crió en La Plata, le da un sentido ampliado al título de esta obra. Conocer esa ciudad, aún más (recordemos que el latiguillo de la capital provincial bonaerense es que se trata de "la ciudad de las diagonales).
Esta obra funciona, sin saber nada de esto, como funciona la Sinfonía "Fantástica" sin conocer el programa de mano de Berlioz. Pero para mi, que viví durante cuatro años en La Plata, significa más cosas que las que suenan.
El bandoneón aporta el color local instantáneo y la melancolía, pero también es puente con la historia francesa de Naón, quien cuenta que alguien de por allá le dijo que se trata del más electroacústico de los instrumentos acústicos.
Pero, supongamos que se propone a un oyente evocar imágenes asociadas a esta obra. El topos será la pareja de tango para un extranjero, el acceso a La plata por la nueva autopista para un argentino. Para mí es el olor de los tilos en noviembre en medio de los boulevares. Y el recuerdo de que, allá, las calles del título de la obra se las llama popularmente en masculino: "El diagonal".