El extrañísimo preludio para piano nº 2 en La menor, de Chopin ha sido objeto de numerosos análisis.
En la Facultad lo vi dos veces: primero con Sergio Hualpa y luego con Mariano Etkin. Interesantes y diferentes enfoques sobre una obra enigmática y brillante.
Lo que me sigue provocando, literalmente, escalofrío de esta obra es cuando, en su tercer y última aparición, la melodía se decide a probar suerte con el semitono, y el precio que paga es el abandono súbito de la extraña vestimenta armónica (con su cromatismo y falsas relaciones que atraen tanto a los analistas) que lo arropó ininterrumpidamente, incluso desde antes de su primera incursión.
En tiempos en que la partitura es sacrosanta, no se si un pianista se atrevería a esto que propongo, pero me gustaría escuchar alguna versión en un concierto, en donde el intérprete se detenga antes del final "convencional" con el que Chopin cierra una obra tan poco convencional para su época.
Para un oído actual, esta obra podría finalizar o bien en el silencio total anterior a la cadencia o bien luego de la última presentación de la melodía desnuda.
Ahora que lo pienso, no era incluso algo imposible para la época, como lo prueban los finales abiertos de algunos lieder y piezas para piano de Schumann.
Claro, estaríamos cometiendo un anacronismo, pero qué actual quedaría de este modo.
Para un oído actual, esta obra podría finalizar o bien en el silencio total anterior a la cadencia o bien luego de la última presentación de la melodía desnuda.
Ahora que lo pienso, no era incluso algo imposible para la época, como lo prueban los finales abiertos de algunos lieder y piezas para piano de Schumann.
Claro, estaríamos cometiendo un anacronismo, pero qué actual quedaría de este modo.
Interesante!
ResponderEliminarSaludos.