Música, universo en expansión

La música es el denominador común a la hora componer, tocar, dar clases, investigar y hasta escribir en general. Música, entendida para mi, como un universo en permanente expansión.
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viernes, 15 de mayo de 2009

Memorias musicales argentinas (2): El hoquetus espacial de Edelstein

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La Teoría Sagrada del Teatro Acústico, de Oscar Edelstein, debe rondar casi una hora de duración. La extensión es una característica de la música de Edelstein, que la hace distintiva en un medio como el argentino, caracterizado por obras de mucho menor aliento, o más reconcentradas, según como se lo quiera ver. Es una obra en la que Edelstein logró el punto más alto de cohesión entre proyecto estético y performance con el Ensamble Nacional del Sur, en su primera conformación.
Dentro de la obra, que incluye partes electroacústicas y corales grabadas, hay un fragmento que me impactó muchísimo cuando lo escuché por primera vez en un CD y, más aún, en vivo.
Se trata de Omega 2 y 3 que tiene una duración de un minuto cuarenta segundos. El fragmento se construye sobre la base de una unidad mínima, la semicorchea según la notación, en la que se montan desplazamientos del "pulso" y de los acentos, entre los diferentes instrumentos que conforman el sexteto de dos guitarras eléctricas, un piano, un teclado, bajo y percusión.
El pasaje remite a Stravinsky y Messiaen. Pero la novedad (además de la tímbrica rockera-electroacústica) radica en la distribución espacial de las fuentes. La Teoría sagrada... es una "puesta en obra" de los principios de organización espacial propuestos por Edelstein su programa "Teatro Acústico".
En particular, este pasaje trata sobre cómo seis fuentes sonoras fijas construyen movimientos y trayectorias en el espacio acústico, en función de las asociaciones tímbricas y rítmicas.
Concretamente hay en este pasaje un "conflicto" para la agrupación gestaltica: está la fusión que propone la rítmica pulsada y luego la "fisión" de las fuentes separadas, en el original, en un sistema cuadrafónico ( y en un SACD, en formato 5.1). Un extraño y bello hoquetus en tres dimensiones, que resiste el análisis al que lo estamos sometiendo en un proyecto de investigación que dirijo en la UNQ.
Soy muy reacio de hablar de momentos "míticos", pero la presentación de ese disco en la Trastienda fue realmente notable. Empezó la cosa con la pasada del disco, grabado en estudio. Todos nos preguntábamos cómo cuernos iban a hacer para "enganchar" con la obra y seguirla tocando en vivo sin perder la notable calidad de audio e interpretación en el intento. Pero ocurrió, gracias a la magia de Daniel Hernández y de Edelstein y el ENS, que por ese entonces era una máquina aceitada de hacer música electroacústica en tiempo real. Las obras estaban "escritas" en las cabezas de los integrantes, que las interpretaban y completaban en vivo con un sistema de señas a cargo del propio Edelstein.
Un eficaz sistema para el resultado sonoro, pero un dolor de cabeza para hacer análisis hoy, porque hay que realizar una transcripción de algo que nunca terminó de quedar del todo fijado, sino que se resolvía en vivo cada vez (como por cierto, para seguir en clima hace en otro lugar, pero no tan lejano, Gismonti con su música). En el proceso de análisis surge un elemento incuantificable pero que es signo de esto: las fluctuaciones del tempo. Esos accellerando colectivos solo salen cuando ensayas mucho. Es como el fraseo de la orquesta de pugliese, resistente a un algoritmo, pura cualidad.
En este caso, es imprescindible escuchar el pasaje con auriculares, para comprender mejor el asunto.




Omega 2 y 3. Fragmento de "Teoría Sagrada del Espacio Acústico", de Oscar Edelstein. ENS: Richard Arce, Nicolás Varchausky (guitarras eléctricas); Mario Castelli, Mariano Cura (teclados), Jerónimo Carmona (bajo), Diego Romero Mascaró (percusión).

PROPUESTA: invito a todos/as a hacer este mismo ejercicio y mandarme la info. Yo me ofrezco a subir audio y partitura correspodientes en el blog.

miércoles, 13 de mayo de 2009

Memorias musicales argentinas (1)

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Acellerando y crescendo:
"NombreelPá-drel-hi-joes-píritusantoamén/
NombrelPá-drel-hi-joespíritusantoamén/
¡NombrelPá-drel-hi-joespíritusantoamén!/
¡¡NombrelPá-drel-hi-joespíritusantoamén!!!"

Hace un rato, cuando comentaba que, debido a mi ateísmo de cuna, no sabía cómo se hacía el gesto para santiguarse, de lo profundo de la memoria emergió la frase citada aquí arriba, que es parte de la obra Hermógenes Cayo, del compositor argentino Carlos Mastropietro. Y junto con la frase y la música, la circunstancia en que la escuché.
Me acordé de la cantante, en el inmenso escenario del Cine Dardo Rocha (que era la sede provisoria del Teatro Argentino de La plata), acompañando la frase con una quijada vacuna. Era el concierto con las obras finalistas de un primer y único concurso "Blas Parera" organizado por la UNLP, a finales de los 80 o principios de los 90.
Tengo la obra grabada en un casete y en un CD, pero no creo haberla vuelto a escuchar. Por eso, junto con la sorpresa del regreso de este recuerdo sonoro, pensé en qué bueno es que esto le ocurra a un oyente.
Se dirá que no es ninguna novedad. Pero en este caso se trata de un compositor argentino a quien conozco personalmente desde que estudié en la misma Facultad qué él y etc. etc. Y un problema con la música hecha aquí y ahora es su falta de frecuentación.
Por lo tanto, es un gran mérito del autor que esto ocurra. (a mi me gustaría saber que a alguien le pase lo mismo con algún fragmento de las músicas que he hecho).
Esto me llevó a hacer una lista rápida de momentos, fragmentos, sonoridades de músicas nacionales. !Y hay memoria!, que iré desgranando de a poco, intentando, en la medida de lo posible, incluir el audio correspondiente. Un problema que surge de esta serie, es si pienso en algún compositor y no me puedo acordar de nada en particular... pero ese es otro tema y en este caso voy a apostar por la positiva.

Actualizo el post, subiendo el fragmento aludido. Me equivoqué en la cantidad de veces que se dice la frase: eran solo 3.

Fragmento de "Hermogenes Cayo", para voz, flauta, corno y percusión (1985), de Carlos Mastropietro