Ayer volvió a tocar el Ensamble Süden. Fue en un espacio atípico pero bienvenido, el nuevo Café Vinilo, en Gorriti al 3700. Estuvo lleno de gente que pudo escuchar obras de Berg, Webern, Xenakis y los argentinos Kagel y Horst, en una sala con mesas que, a más de uno, les permitió acompañar el asunto con cerveza y picadita.
De las cinco obras, tres fueron para mi primeras audiciones (sobre el concierto en general, que estuvo muy bueno y se repite el próximo domingo, escribiré en posteriores post).
Se ha señalado que una de las dificultades que presenta la nueva música es su variedad estética. Al ser tan amplia, implica un gran esfuerzo de "ecualización" por parte del oyente para prestar adecuada atención a la materia, organización y discurso que propone cada pieza. Se ha argumentado también que, en tiempos del sistema tonal, su código, conocido por todos, otorgababa un marco finito que permitía el goce de la novedad, pero dentro de un campo de juego conocido. De este modo, en tiempos de Mozart a Schumann, primaba la música "contemporánea".
Sin embargo, las primeras audiciones no son moneda corriente tampoco en la música popular del presente. Muchas veces, amigos se han quejado de que un grupo X había tocado "demasiados temas nuevos" en un recital. En el campo del rock, por ejemplo, diría que el "estreno absoluto" en vivo es una práctica totalmente infrecuente. Los fans llegan habiendo escuchado, como mínimo, los temas de corte de difusión. Y casi seguro se compraron o copiaron el disco completo antes de llegar al concierto.
¿Por qué ocurre esto? Una hipótesis, que habría que demostrar es que ante una música nueva, desconocemos nuestro futuro inmediato. Estamos "a merced" del intérprete-compositor. Pero, sobre todo, creo, tomamos conciencia del pleno presente, del transcurso del tiempo.De las cinco obras, tres fueron para mi primeras audiciones (sobre el concierto en general, que estuvo muy bueno y se repite el próximo domingo, escribiré en posteriores post).
Se ha señalado que una de las dificultades que presenta la nueva música es su variedad estética. Al ser tan amplia, implica un gran esfuerzo de "ecualización" por parte del oyente para prestar adecuada atención a la materia, organización y discurso que propone cada pieza. Se ha argumentado también que, en tiempos del sistema tonal, su código, conocido por todos, otorgababa un marco finito que permitía el goce de la novedad, pero dentro de un campo de juego conocido. De este modo, en tiempos de Mozart a Schumann, primaba la música "contemporánea".
Sin embargo, las primeras audiciones no son moneda corriente tampoco en la música popular del presente. Muchas veces, amigos se han quejado de que un grupo X había tocado "demasiados temas nuevos" en un recital. En el campo del rock, por ejemplo, diría que el "estreno absoluto" en vivo es una práctica totalmente infrecuente. Los fans llegan habiendo escuchado, como mínimo, los temas de corte de difusión. Y casi seguro se compraron o copiaron el disco completo antes de llegar al concierto.
Ayer, escuchando la brillante interpretación de Pablo Malamud en viola, Martín Devoto en chelo y Facundo Ordóñez en contrabajo de Aus dem Nachlass, de Mauricio Kagel, disfruté muchísimo el "no saber" qué ocurriría un instante después, mientras transcurría la obra. Este "no saber" no significa ignorancia total, claro. Por el contrario, entran en juego las implicaciones perceptuales que propone la materia sonora puesta en obra por Kagel, además de la retórica y el conocimiento del resto de sus obras. El futuro inmediato fue, así, un campo de posibilidades, un maravilloso juego de hipótesis posibles y posterior constatación o denegación de las mismas, de soluciones ingeniosas previstas o de felices caminos inesperados. En el tiempo real, presente, irrepetible, de la primera audición
Coincido con lo que decís. Uno disfruta con la sorpresa. No saber qué es lo que sigue, ese juego de gato y ratón que una obra, aun la menos abiertamente direccional, hace con uno, es lo que sostiene, creo, la experiencia artística. Lamenté no estar en el concierto. Recién hoy llegué de un festival de jazz en Ushuaia
ResponderEliminar¡Son Buenas razones para no haber estado! Por cierto, el jazz parece ser un último bastión de la primera audición, como algo valorado. El futuro es además una incógnita compartida entre el público y el propio instrumentista.
ResponderEliminar